jueves, 26 de junio de 2008

Abierto hasta el amanecer



"No se lo que sucederá después. No se dónde voy a estar, lo que voy a aprender... pero lo que se es esto:
La vida, toda la vida, se trata de hacer preguntas. No de saber las respuestas.
El querer ver lo que hay del otro lado de la colina es lo que nos mantiene con vida.
Tenemos que seguir haciéndonos preguntas, queriendo entenderlas. Aún cuando sepamos que nunca encontraremos las respuestas... tenemos que seguir haciéndonos las preguntas."

sábado, 21 de junio de 2008

Mariposa

Puedes tener todas tus ilusiones puestas en algo que sea tan efímero que sólo con imaginarlo se desvanezca, como esas palabras de amor que guardaste en el momento equivocado y que, hoy, si las hubieras pronunciado, hubieran cambiado tu presente, lo que en un entonces fue futuro y lo que, en un antes, fue después.
La mariposa que se encuentra en el otro lado del laberinto bate las alas incesantemente, creando una corriente imperceptible que hace que el aire modifique su sentido, su velocidad, hasta llegar a tí.
El silencio se erigió como verdugo de los sentimientos que no te atreviste a sincerar, la soledad es tu compañera y la amistad el disfraz que le pones a los ratos que te acompañas para intentar ocultar que estás solo.
La mariposa sigue aleteando hasta que llega a posarse en una pared para descansar un rato. El aire fluye a placer.
Te preguntas las consecuencias de todas esos pequeños detalles que, a veces sí, otras no, cuidas y cómo esa colateralidad te ha ido marcando invisiblemente tu camino.
La mariposa decide continuar con su vuelo.
Párate a pensar qué sería de todo aquello que dejaste atrás. No lo sabes ni lo sabrás, pero no puedes detenerte en ello constantemente, tienes que avanzar y, de vez en cuando, recordar qué aprendiste de aquello que ya pasaste. Ahora tú eres mariposa y la mariposa eres tú, estáis en el laberinto de la vida, intentando salir lo más airosos posibles de vuestro intrincado camino y, para ello, has de tomar decisiones. Time goes by, y te llegarás a cruzar con la mariposa, no os reconoceréis pero ambos sois los protagonistas del mismo laberinto; sabéis de la existencia del otro y os habéis imaginado -sin ojos- mil veces, las mismas que te has decidido a continuar, las mismas que te has parado.
El cuerpo desnudo de esa chica que te gusta, el mar a vuestro alrededor en la playa de la eternidad finita, te sirve de meta para dar un pasito más, egoísta y humanamente te sirves de otro ser para, aunque sólo sea mentalmente, conseguir lo que quieres pero.. ¿Qué motiva a la mariposa?



"Et nous ferons
de chaque jour
une éternité de l´amour
que nous vivrons
jusqu´à la mort"

miércoles, 18 de junio de 2008

A los que aman



"Hay nubes grises que cogen su color al estar cerca de la luna. Hay nubes sin sombra. Hay nubes densas, blancas y brillantes cuyos bordes se tocan. Hay velos blanquecinos formados por cristales de hielo. Nubes como rebaños. Hay nubes negras como montañas oscuras, que en unos instantes cubren el cielo y anegan la tierra de lluvia.
Hay nubes como velo de cristal. Y nubes pesadas como castillos. Nubes que nos recuerdan la cara del ser que amamos. Y nubes con rostros que no queremos recordar. Siempre viví mirando al cielo y nunca encontré dos nubes idénticas. Así quiero morir. Mirando las nubes y buscando la pregunta a una respuesta que no conozco".

lunes, 16 de junio de 2008

Algo que sé yo que sé

Sé de vivir, un poquito, una miajita. Y ya ves tú, el tiempo pasa y día a día sé un poquito más.
Sé de meterle mano a la ociosidad para echar paladas llenas de ilusiones y juegos al trabajo y perder tiempo libre, y acabar lo que dicen que debo hacer. Sé sé.
Sé de sonreír con y sin ganas, de llorar sin lágrimas y de que éstas, salgan a voluntad, más bien sola que acompañada. Algo sé.
Sé lo que es estar fuera de casa, con billete de vuelta abierto, que sabes que, no por falta de ganas, jamás usarás.
Sé de escuchar mentiras que duelen y de verdades que acarician, de lo contrario y de algo más.
Sé de abrir los ojos en la noche y verme sola, de tener ganas de morir y de vivir, de bailes y sombras y de alguna que otra cicatriz.
Sé qué es beber sin sed y comer sin hambre, de no dar y de tampoco recibir, de escuchar silencios cargados de palabras y de palabras que más valdría callar que decir.
Sé, sabiendo todo ésto, que aún me faltan cosas por saber, que estoy en el camino y que de aprender también sé.




Toda la luz remonta el vuelo
e inaugura tu perfil
enraízas desde el suelo
buscando tus lagunas
para vivir.
Sombreando el horizonte
bates las alas
el único destino es
volar hasta el fin
y no esperar en las ramas
al loco de la noche.

Yo sólo quiero comerte la nariz
y tú me hablas de luz de luna
te quiero tanto que tengo cicatriz
nunca lo olvido
se tira a la basura
las golondrinas me preguntan por tí
y sólo vuelan si saben que tú sudas,
te quiero tanto que tengo cicratiz
nunca lo olvido.

domingo, 15 de junio de 2008

Nada que negociar

Vestido con un traje negro de la última colección de una conocida marca de ropa cuyo precio superaba con creces la calidad de las telas, Javier deambulaba de un lado a otro de la sala. El maletín que llevaba en las manos le pesaba más que todas las preocupaciones que su cabeza almacenaba, decide posarlo en el suelo, no muy lejos del lugar en el que se encontraba. Las manos no paraban de sudar y el aire que aquella estancia recogía se le hacía cada vez más insuficiente. Quería salir de allí lo antes posible, acabar la reunión de la que pendía su futuro y llamar a sus amigos para tomar unas cañas en aquel bar que tanto frecuentaban. El tiempo pasaba lentamente.

- "¿Señor Fernández?" - las palabras de aquella secretaria resonaron en su mente como el fallo favorable de un juicio que parecía no tener fin.

* "Sí, soy yo"

- "Puede pasar".

Por fin, por fin podía pasar e intentar quitarse de encima el yugo que tanto le oprimía. Los nervios le controlaban como si fuera una marioneta, ahora un hilo, luego el otro, finalmente avanzamos. Se sentó en la silla que le había indicado, sorprendentemente el silencio del director le hizo hablar con más tranquilidad de la que jamás imaginó. Dijo lo que quería y sentía que tenía que decir, no se calló nada, quizá sobrepasó los límites de lo adecuado y descargó su furia y rabia vestidas de palabras que denotaban firmeza, claridad y correción.
Silencio de nuevo. Inquietud quizá, pero con la conciencia tranquila por haber sido fiel a sí mismo. Más silencio.

- "Veo que tiene las cosas claras. Esta situación la veníamos preveyendo desde el departamento hace mucho tiempo, lo que nos ha sorprendido es lo que ha tardado usted en intentar hablar con nosotros, aunque, bueno, eso de hablar es un decir".

* "Preferí dar tiempo para ver si ustedes por sí mismos eran capaces de cambiar la situación evitando que interviniera, ví que no lo eran y decidí dar un paso al frente".

- "Según lo expuesto por usted no hay mucho de qué discutir, no ha dejado ningún cabo suelto. Sus peticiones están claras y no tenemos nada que nos permita negociar o llegar a un acuerdo en el que usted no consiga algo de lo pedido, me equivoco?".

* "En absoluto, creo que sus vejaciones han sido lo suficientemente graves como para no darles ninguna facilidad. Me iré de la empresa sin provocar ningún escándalo y el asunto no llegará a los medios si lo que requiero se me concede, sino.. nos veremos en los tribunales, ustedes sabrán qué les conviene".

Se levantó y se fue. La conversación estaba zanjada, se había vencido y les había vencido y, si no, en todo caso, ellos se quedarán con el dinero y el coche, pero no convencerán. Éso es: ¡Venceréis pero no convenceréis! Las cosas habían comenzado a cambiar porque él se había hecho fuerte en su trinchera, en aquel resquicio del mundo que era suyo y, a partir de ese momento, los miedos habían cesado, el temor era nulo, y su vida recobraba el sentido que parecía haber perdido.





Lo que quiero
y lo que necesito
se han convertido en lo mismo,
lo que me has ofrecido.
Los días pasan,
finalmente me he convertido en lo quieres que sea.

sábado, 14 de junio de 2008

Mi habitación en tus pupilas

Recuerdo dónde dejé mi vida, mi mundo, mi habitación, en ese lugar concentrado desde el que el universo adopta un tono cálido y frío a la vez, un color azul que se asemeja al tono que tienen las aguas que bañan las playas de los catálogos de las agencias de viajes. Ese lugar que llena de luz lo que recoge, ese lugar que aporta dulzura y firmeza a partes iguales.

Dejé, en el mismo sitio, mi cuerpo y mi alma, espero que cerca de los tuyos. Sé que cuando cierras los ojos me ves, igual que también podría asegurar que para tí soy sólo desorden, un caos organizado y adorado, una herida que no pica, un dolor que produce placer. Créeme, sé de qué hablo.
No, no te mientas, te gusta ser terreno conquistado, te gusta que sea el enemigo y acabe venciendo, porque ganemos uno u otro, ganamos los dos.

Mido la distancia entre tu boca y la mía con sueños, cierro los labios y recuerdo tu estructura, tu forma, y me desespero por no recibir una caricia en el momento adecuado. La vida tiene estas cosas.
Tus pestañas arañan, con cariño, mi cara. Me pediste que me tumbara en la cama, que tú harías el resto. Fuimos fuego, quemamos todo, y aún pedimos más, para que aquello no cesase y siguiera siendo devorado por las llamas de una pasión descontrolada.
Aún me arden los labios.

La luz entraba por las rendijas que las cortinas dejaban sin cubrir. Te acercaste a mí, que estaba embobada mirando por la ventana, de espaldas a donde tú te encontrabas durmiendo. Me besaste la espalda y no me moví, el paisaje me maravillaba. Continuaste besándome hasta que te diste cuenta de qué ocurría. Tú también lo veías. Me abrazaste por detrás, pusiste tu mano en mi vientre, recostaste tu cabeza en mi hombro y nuestra desnudez se convirtió en abrigo.

Nos marchamos y cerré la habitación, con llave, asegurándome de que no se pudiera entrar, para que nadie estropease los recuerdos que allí dejé encerrados. Nos besamos y te fuiste, te miré por última vez, y supe que aquello también significaba que había vuelto a cerrar la habitación, el mundo, mi vida; todo mi universo, está encerrado en tus pupilas.





Nota: Inspirada en la canción del mismo título de Carlos Chaouen.


Y se va el sol
y ensucia la escalera
tengo en la tráquea
toda tu matriz
y suelen decir
la vida tiene estas cosas

viernes, 13 de junio de 2008

Error

Sí, me equivoqué, debía haberos hecho caso, lo reconozco. Tuve que acercarme al borde de la piscina para ver si tenía agua y no lo hice. Me propuse levantar yo sola el mundo, cargar con todo y avanzar, y no puedo, nunca pude.

Convencida de que callando me hacía más bien que descargando las cosas, he llegado hasta aquí, y ahora veo las consecuencias. No es normal que mi vida gire en torno a los problemas de los demás, y que, los míos, aparte de pasar a un segundo plano, se vean creados por la influencia que los vuestros tienen en mí. Me preocupo por vosotros y ésto, a su vez, me hace perder confianza en mí misma para hacer valer mi trabajo y esfuerzos, que han sido muchos, lo aseguro.
Hoy es un día de cambio y de reflexión, un día de lamentos y aprendizaje, un día para madurar, que espero no se repita, no al menos con el mismo motivo.
Puede que la vida me tenga reservadas mil y una situaciones peores pero quiero explotar al máximo mi caída para procurar evitar las que en un futuro vengan, en la medida de lo posible.

Nunca nadie me ha echado en cara nada, yo no soy la única responsable de mi presión, sí quizá lo sea de manera consciente, pero inconscientemente los demás también habéis aportado vuestro granito de arena. Con ello no os estoy culpando de nada, pero tampoco os exculpo de algo de lo que, al menos desde aquí, veo así.
Vendrán días en los que habrá risas y abrazos, felicidad y alegría, y en ellos no podré olvidar lo que el día de hoy me está aportando. Debo disfrutar, esforzarme y relativizar, para explotar al máximo mi trabajo.

Prometo soltar las cosas y no guardármelas para mí, porque, de seguir así, acabaré soltando el mundo que antes dije que sujetaba y, sí, debo dejar de cargarlo sola, pero también tengo que poner mi brazo para que no se caiga, con vuestra ayuda.
No me exentaré de mis obligaciones ni de mis voluntades, quiero decir, voy a seguir estando ahí para lo que queráis y necesitéis, pero debo aprender a no influenciarme tanto por vuestros mundos. Lo siento, me tengo que alejar, metafóricamente, pero debo hacerlo.

Hoy he empezado a creer un poco más en mí misma, porque puedo, porque valgo y porque quiero.




Nada hay bajo el Sol
que no tenga solución,
nunca una noche venció
a un amanecer.

miércoles, 11 de junio de 2008

Llamadas

Una voz adormilada resuena del otro lado del teléfono y se deja mecer por la mía, se deja llevar y me cuenta secretos que, en el mundo real, ése de ahí fuera, no me contaría. Se desgrana punto por punto ayudada de la valentía que le aporta el no saber si realmente está hablando conmigo o la conversación no es más que un sueño.
Confiesa, no sin pensárselo, que tiene esperanzas puestas en que algo fructifique. Me cuenta sus problemas, sus preocupaciones, me hace partícipe de su realidad. Necesita acción para seguir ahí y con unas pocas palabras mías de asentimiento acaba diciéndome que necesita un cambio en su vida, algo que se ve bien desde fuera. No puede seguir así. O se mueve o caduca.
Sigo escuchando atentamente y entresaco de sus balbuceos que está triste, que se encuentra mal, y que hablar conmigo le muestra una mínima sonrisa por parte del mundo, me alegro. Sinceramente me alegro.
Creo que le hace falta un abrazo, y, desde aquí, me agarro fuerte a la almohada para intentar hacerle llegar parte de mi fuerza, creo que lo nota, yo siento un cosquilleo que me recorre la espalda, tiene que sentirlo.
Se calla, escucha mi respiración, respeta mis tiempos y yo me acomodo en el suyo, su tempo, su ritmo, que acaba por convertirse en el mío.
El silencio se rompe con la magia de un: "te escucho respirar", y cierro los ojos con una sonrisa que pretende decir: "es, justamente lo que estaba pensando".
Tantos sincronismos encontrados en la rutina que nos rodea, me hacen creer que hay algo más, que nuestras llamadas son las conexiones de dos almas perdidas que, al dar la una con la otra, han encontrado una senda que poder compartir.
Llegaste para quedarte, nos quedamos para ayudarnos y nos ayudamos porque nos apreciamos. Reglas simples que marcan la realidad de algo precioso que nace de tí y de mí.



¿No quieres llegar a mí, no?
Las pequeñas cosas te tracionaron
Ahora ya no habrá errores
Los diques se están rompiendo

martes, 10 de junio de 2008

La chica que dibujaba ángeles

Cuentan que, hace ya unos cuantos años, hubo una chica que dedicaba su tiempo libre a dibujar ángeles.
Los veía en todos lados pero no, no se corresponden con esa imagen que tenéis todos en mente; los ángeles que ella veía eran seres llenos de luz que habían escogido la forma humana para darse a ver. Niños, adolescentes, padres, madres, cualquiera en el que ella viera un destello era susceptible de ser dibujado.
Tras una larga temporada decidió dejarlo, no volver a plasmar en el papel la especialidad de esos seres, pues no se sentía agusto haciéndolo, premisa básica para continuar con algo. Los primeros días aún buscaba su libreta y su lápiz para ponerse a ello, con el tiempo fue perdiendo la costumbre, aunque nunca dejó de pararse y sonreír por un instante cuando los veía. Se sentía muy atraída por ellos, por su luz.

Tiempo después, cuando recogió todas sus pertenencias para mudarse de casa, volvió a ver los dibujos y su llama se encendió de nuevo. Otra vez, la libreta y el lápiz ocuparon sus privilegiados lugares en el bolsillo de la chaqueta.
Los días en el instituto y la facultad habían sido auténticas pesadillas pues no había nada más que aquellos dibujos en su mente, y sus compañeros nunca trataron de entenderla pues era más fácil discriminarla. Objeto de burla y mofa por parte de los demás, acostumbrada a ello, nunca dijo nada en su contra. Sólo dibujaba.
En el último curso de carrera fue cuando comenzó el parón creativo y los demás comenzaron a aceptarla. Había dejado de ser ella para ser quien le habían dicho que tenía que ser, se había mentido y no se había dado cuenta hasta este momento.

Acababa de descubrir por qué se sentía bien dibujando a esas personas y por qué prefería ser considerada distinta a pasar a formar parte de esa multitud. Ella era un ángel, un ser de luz, una de esas personas que retrataba, y no lo sabía.
Se calmaba y tranquilizaba cuando sus manos pintaban aquellas líneas porque era como si se dibujase a ella misma y se contase sus propios secretos. Había aguantado tantos años de vejaciones porque se conocía tan bien que sabía que sería lo suficientemente fuerte como para soportarlo. Sólo era cuestión de tiempo.

Hacía unas semanas que, en el trabajo, había hablado con un chico que no solía ver acompañado por nadie. Salían de vez en cuando a tomar algo, hablaban sin parar y se preguntaba qué hacía tan solo.
Una tarde, tomando una cerveza en un pub cercano, le confesó que él, de pequeño, dibujaba paisajes en los que predominaba el color azul y las nubes, el resto parecía no tener mayor importancia. Le contó que se sentía bien haciéndolo y que el resto no lo entendía, que no sabía por qué se lo contaba, pero que veía una luz en su mirada que le ayudaba a sentirse agusto con ella. Ella se limitó a sonreír y le habló de ángeles, de dibujos y paisajes, de lo que podría llegar a ser aquella mezcla de conceptos, y de que, al día siguiente, cuando llegara a casa, le gustaría que comenzaran un cuadro común, en el que se contaran todo, a base de pinceladas de luz.



Estoy cansado de ser lo que tú quieres que sea
Sintiéndome sin fe
Perdido bajo la superficie
No sé qué estás esperando de mí
Puesto bajo la presión
De caminar en tus zapatos
Cada paso que doy es otro error para tí
Y cada segundo que pierdo es más de lo que puedo soportar

lunes, 9 de junio de 2008

Abajo el amor



Ya sé que es cobarde, pero estoy empezando a pensar que hubiera sido mejor no habernos conocido.

"Es la primera vez que descarto tener un pasado común con un hombre antes que tener una oportunidad de tener un futuro con él"

domingo, 8 de junio de 2008

La azotea

Estás en la azotea de un edificio, al borde, de pie, con los brazos en cruz. Una gota de sudor te recorre la nuca y te ayuda a darte cuenta de que aún sigues ahí. El viento mueve tu pelo y te zarandea a su voluntad. Sigues ahí.

Los ruidos de los coches que pasan debajo están en un segundo o tercer plano, la soledad en el primero. Te gustaría acabar con todos tus problemas dando un paso adelante y cayendo en un abismo de unos cientos de metros que, sin dudarlo, acabaría con tu vida. No puedes porque en el fondo no quieres. Sabes que no eres lo suficientemente valiente como para hacerlo, o quizá, no seas lo suficientemente cobarde como para seguir huyendo. Tienes que enfrentarte a ellos de una vez.
Te entra un cosquilleo en los pies debido a la quietud. Da igual, éso no impide que sigas ahí. ¿Merece la pena moverse?

Hace un tiempo que las cosas comenzaron a empeorar, todo se tiñó de gris y empezaste a plantearte el día de hoy. Ahora, que estás donde planeaste, no todo está tan claro, y la voz de un niño te grita que te apartes, que no es buen lugar para jugar.
Por otro lado te recuerdas que estás harto de disimular, de sonreír llorando y de que, la luz, ilumine las vidas de los demás pero la tuya no. Entonces piensas en ella, en lo que querría para tí, y dejas de verle sentido a ésta situación.
Como si el mero hecho de recordarla hubiera activado tu resorte, comienzas a dar pasos hacia atrás. Te haces consciente de lo cerca que estuviste de morir, de dar portazo a la vida y a la gente que quieres, y te sientes mal por haberlo intentado.
Un compañero de trabajo ha subido a fumar sin tener idea de lo acontecido, te da una palmadita en la espalda y dice: "creo que hoy es un buen día para dejar de fumar, pero no en este momento, verdad?", sonríe y enciende un pitillo.
Ha resumido en una frase tu vida: podrías mandarlo todo a la mierda, pero, de momento no, aún no.




La pena dura tanto
como tú quieras seguir llorando,
y aunque tú revises tu interior,
siempre te queda algo,
que dice que ésto es para largo.

sábado, 7 de junio de 2008

Fases

Salí a la calle contenta, era mi día y nadie me lo iba a arruinar. Cerré los ojos, inspiré con fuerza y comencé a andar. Me cruzaba con la gente, todos me sonreían porque yo sonreía, aparentemente sin motivo. Me dí cuenta de que eso de que: "de lo que das, recibes" es verdad, si uno va por la vida desprendiendo cosas negativas, obtendrá lo mismo equitativamente.
Con todo esto, el día fue pasando sin imprevistos. Todo marchaba sobre ruedas hasta que me adentré, ya de noche, en una de esas calles lúgubres y lóbregas que bien parecen sacadas de una película policiaca. No había nadie y, apoyándome en la genialidad de mi día, caminé con paso firme y decidido, también quizá algo despreocupado, por ella. La recorrí sin problema, llegando al portal de mi casa con la sensación de que, haber caminado por allí de esa manera, era la imagen perfecta que debía recordar en los momentos que tuviera que enfrentarme a cosas importantes. Había vencido uno de mis miedos, debía acabar con los demás pues, como dice un gran amigo mío:"al perder todos tus miedos, encuentras la libertad".

Poco a poco, con el paso del tiempo, fui venciendo uno a uno mis temores y me sentía plena, lo cual me ayudaba para liberar mi mente de preocupaciones que habían dejado de ser tal cosa para pasar a ser anécdotas. Ahora que mi mente estaba desplegada, podía entender muchos comportamientos y sucesos que antes ni tan siquiera me pararía a intentar descifrar, pues estaba ocupada escudándome en mis miedos.¡Qué tonta fui!
¡Cuánto tiempo perdí y cuántas sensaciones desperdicié!
Si me hubiera dado cuenta antes...

Supongo que la vida tiene fases, que en ésta estoy intentando arreglar y mejorar en cosas y actitudes que en la anterior no fui capaz, puede que por no saber, aunque más bien sería por no querer. Con y por lo que sea, ahora que me estoy redimiendo, me parece que he hecho bien en dejar de correr. Mi momento era ése. Me había convertido en una Forrest Gump cualquiera y había empezado a huir, y hubo momentos en los que, para mí, todo se basaba en eso, tenía sentido; hasta que dejó de tenerlo y me dejaba mover por la inercia, sin convicción ninguna, sin darme cuenta de que mi carrera había terminado tiempo atrás.



Las abejas obreras libran;
hasta los zánganos saben volar,
la reina es la esclava.

viernes, 6 de junio de 2008

Feedback

Parece que fue ayer cuando pisé por primera vez esta ciudad. Recuerdo que cuando vine para quedarme todo se tiñó de un tono grisáceo que a día de hoy sigue, en parte, abrazando el cielo.
Hace ya dos años y unos cuantos meses de aquel día. El sol ha salido con todo su esplendor y la primavera trae consigo turistas, peregrinos y un ambiente distendido que falta hacía.

"Estoy bien, de verdad", sin miedo a equivocarme creo que puedo decir que es la frase que más veces he repetido en este tiempo. Siempre las mismas preguntas al comenzar una conversación, sea con quien sea. A veces tengo la sensación de que, en vez de haberme separado unos cientos de kilómetros, me he alejado dos galaxias completas. Y en parte así es aunque, ahora que lo pienso, la palabra no sería alejado, quizá la más correcta sea creado, sí, ¡es eso! Me he creado un mundo paralelo, un oasis particular en el que ya no está la gente que antes me rodeaba y por defecto se autoincluía, sino la que yo quiero que esté. Y menos mal.
El tiempo pasa y crecemos, maduramos, nos reinventamos y vemos que nuestro prisma, en cada uno de sus lados, nos proporciona un color distinto, lo que hace que nuestros filtros se vayan adecuando a nuestra realidad, también cambiante.
Gracias a las conversaciones que antes mencioné, hay partes de mí que no he pervertido; gracias a las personas que me rodean voy creciendo, y gracias a mis ilusiones me estoy realizando.

Es increíble todo lo que nos proporciona, silenciosamente, el hábitat que tenemos. Absorbemos cosas y expulsamos otras. Tú me das, yo te doy. Quid pro quo, que dirían los antiguos. Nos retroalimentamos y nos apoyamos en "lo demás" para crecer. Ladrillo a ladrillo vamos poniéndole suelo a los sueños, porque ponerles techo sería mutilarlos y eso, como poco, tiene que ser pecado. A veces he pensado que este mundo se me queda pequeño para las cosas que sueño, así que tendré que inventarme otro.




"Si nunca me cierras la puerta,
harás lo que quieras de mí,
siempre que nunca me cambies
por esa persona que algún día fui"

jueves, 5 de junio de 2008

Ser viento

Hay demasiadas noches que intentan robarme los días, siempre con mi permiso.
Llevo muchas lunas a mis espaldas y muy pocos soles, bien sea por decisión propia, bien por necesidad. Tiene la oscuridad la facilidad de ayudarme a sentirme más viva que de día, a sentirme más libre, quizá sea por ello por lo que la prefiero.

Al terminar con mis trabajos abro las ventanas, dejo que el aire entre y me pierdo en las calles aledañas a mi domicilio. Imagino historias que me gustaría vivir y otras que me gustaría contar. En algunas me influencian las cosas vividas, en otras los sueños por cumplir. He tenido tantos amantes, maridos, hijos, amigos, trabajos y cuerpos como noches en vela.
Todos ellos han puesto algo de su parte para acercarme a lo que estoy intentando llegar a ser. Cada noche descubro una perspectiva nueva en la misma esquina, igual que cada día me doy cuenta de las diferentes visiones que puedo llegar a tener de una misma cosa, lo que me hace ser consciente de que, para clarificar algo, tiene que liarse primero y, al final, habiéndose vacíado todo, se reúnen los desencuentros de nuevo en la 41, en mi habitación. Proceso cíclico.

Estoy plenamente convencida de que mi vida podría haber sido mucho más fácil si no me hubiera dado por dibujar un futuro incierto lejos de la comodidad de estar en casa. Elegí el camino difícil,"el del salmón", que diría Calamaro. Siempre a contracorriente. Si todos se quedan allí, yo me iré. Si me dices que permanezca en la orilla, nadaré mar adentro. Si me pides que cante, bailaré y si me preguntas por qué lo hago, diré que es porque necesito ser viento.
Y siendo viento, tal como vine me fui, tal como me conociste, desaparecí y tal como me recuerdas, me reinventaré, para que, si algún día te da por pararte a escuchar mis sonidos, a perderte en mis silbidos y susurros, descubras algo nuevo que te sea conocido.


Te acariciaba el viento de poniente,
te llevo a la arena bañada en salitre,
te acariciaba un marinero en tierra,
pero esta vez no era yo...

miércoles, 4 de junio de 2008

o4/o6

Comienzo para cambiar o cambio para empezar, no lo tengo muy claro.

Ésto no es más que una de esas catarsis necesarias que, con el tiempo, se van haciendo cíclicas y que, de algún modo, te marcan en tu trayectoria vital.

Tiendo a ser repetitiva en mi vida, a caer en las mismas situaciones, a tropezar con piedras similares y a anhelar cosas que, si aumentamos con lupa, vienen a ser siempre las mismas.
Ahora que sé que debo cambiar cosas y pretendo hacerlo, quiero que la hoja que he escogido para escribir las próximas líneas esté en blanco y no tenga nada que ver con lo anterior. No es que reniegue de ello, sino que prefiero apartarlo. Hice lo que, en su momento, quise hacer, dije de la manera en que quise lo que supuse que debía y sentí lo que mi corazón quiso. Bien, de acuerdo, tuvo su momento y se acabó.

Éste es el principio del comienzo, hagámoslo con buen pie.



Me pasaba las horas,
acariciando mi herida
se me iban los días...
Y por fin, desperté.