M. me ha dicho que mi pelo brilla tanto que podría pintarse los labios mirándose en los reflejos. No sé qué te parecerá pero a mí me ha hecho sonreír.
Vuelta a casa de mis padres pronto, las maletas no dejan de hacer acto de presencia.
Todos los días deberíamos oír cosas bonitas, así que yo empiezo: tengo ganas de no tener prisa contigo, de contarte los lunares y encontrar las cosquillas que no tienes, comer juntos un bol enooooooorme de palomitas y estar sentados en la arena jugando a las cartas mientras el mar se empeña en visitar la arena borrando las huellas de un niño pequeño que cree que esta vez no se van a desvanecer cuando la ola llegue.
14/02/2011
3 a.m.
"[...]A ti, que has sido el único que me ha visto llorar de
alegría por hacerme feliz y de tristeza por agobio, a ti que has hecho que el
día del amor comercial se tiña de negro y deje esa diabética tonalidad rosada,
a ti, que me abrazabas haciéndome sentir protegida, te escribo esta carta esta
noche, porque creo que 30 días han sido suficientes como para hacerme vivir un
sueño en el que, para mí, tú sí eres ÉL.
Ahora que me dejas
huérfana de sueños e ilusiones, de fuerzas y de espíritu sólo te pido que seas
más feliz de lo que jamás quizá pudieras haber llegado a soñar serlo conmigo
puesto que, de los dos, uno seguramente lo consiga y ahora mismo no hay visos de
que sea yo quien se alce con el triunfo. Disfrútalo y consigue que tu chica te
mire con la admiración, el respeto, el cariño y la ternura que yo siempre
procuré mirarte; oblígale a abrazarte con las piernas y con los brazos, sin
dejar que los ojos, los labios y el resto del cuerpo se alejen ni un milímetro
de ti, porque perderse tu tacto es algo que, como mínimo, debe ser pecado; haz
que te acaricie la cabeza cuando hagáis el amor como lo hacía yo para poder verte mejor, porque cada vez que nos acostábamos las cosas que nos rodeaban se desvanecían, el mundo se paraba y nos demostrábamos que tú y yo éramos lo único que nos importaba porque era sexo cargado de amor y amor repleto de sexo, no conseguiré sentir con nadie eso que tus ojos me transmitían cuando estabas en mí; pídele que te escuche
con calma y con atención, que cierre los ojos y se deje llevar por tu voz
cuando habléis en la cama; no olvides pedirle que te cante bajito, como lo
hacía yo para ver tu sonrisa de niño; que sepa jugar con tus manos y calentarte
los pies cuando los tengas fríos, que te sueñe con tanta viveza que no distinga
realidad y sueño y consiga que a la palabra felicidad le falten descripciones y
conceptos, como me pasa a mí.[...]"
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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.