Hoy quisiera estar a mil kilómetros de aquí. Sola, en una fila del aeropuerto esperando a embarcar en ese vuelo que reservé meses atrás. A punto de despegar hacia aquella ciudad en la que me juré que la vida me sonreiría para siempre porque, de no hacerlo, yo le pintaría los labios hasta que consiguiera mostrarme su mejor cara. Tú no habrías aparecido de nuevo en mi vida porque haría un año que te habrías olvidado de mí, de lo que fui, de quién soy, de cómo beso. Puede que en la sala de llegadas me encontrase a una pareja de novios que se reencuentran, una familia con lágrimas en los ojos por volver a ver a su hijo y un carrito portaequipajes que alguien olvidó con las prisas que los abrazos contenidos siempre conllevan.
Con calma saldría de ese aeropuerto y cogería un taxi hacia, probablemente, la parte menos bulliciosa de la ciudad. Me tomaría un café en el bar más solitario que encontrase y leería puede que uno o dos capítulos de algún libro de G.R.R. Martin; en inglés, of course. Llegaría a mi hotel y me perdería entre las sábanas de una cama que ha acogido más sueños que realidades. No creo que fuese capaz de dormir y sin embargo necesitaría estar allí tumbada, descansando de mí misma.
Bajaría a cenar y me cruzaría con un par de chicos que comentan algo acerca de una fiesta esta noche. A lo lejos vería a un matrimonio que ha perdido las razones para seguir juntos pero se esfuerza en encajar cada hora con la que le sigue para no romper algo que ya está hecho añicos. Me acordaría de ti, otra inoportuna vez, cuando pasase delante de esa vieja tienda de guitarras. Tú seguramente estarías con tus amigos de fiesta.
Llamaría a M. y le contaría que no hace tanto frío como ella predijo y que los viajes para encontrarse a uno mismo son más reconfortantes si se tiene un muffin´de chocolate en una mano y una taza de café humeante en la otra. Puedo escucharla reír. Colgaría y marcaría los números que me pondrían en contacto con T. y atropelladamente la escucharía llamarme ¡hermosa! y algo más en un gallego que estando en Madrid sale más a la luz de lo que lo hacía en Santiago. Ahora sería yo la que sonriese.
No habría más 14 de Febrero que borrar del calendario porque cada año lo dedicaría a olvidarte. Seguramente seguiría saliendo con A. y acordándome de ti. Él se habría quedado en Mallorca y me habría enviado otro libro antes de haber salido de mi casa para que lo leyera en el avión. Me escribiría mensajes cada día diciéndome cosas preciosas. Yo le contestaría con algo menos bonito pero sincero. Las RayBan estarían en mi bolso y la chupa de cuero me continuaría delatando.
Mi camiseta olería a colonia de chico y mi nombre seguiría escribiéndose con I, como el tuyo.
Me quito el sombrero, G.R.R Martin en inglés!!! Me encanta ese hombre y sus frases “Cada vez que alguien me pregunta para cuando estará el próximo libro, mato a un Stark”.
ResponderEliminar¿Eso quiere decir que ya te has leído el quinto? A mí me espera aún el cuarto entero.
Viajes para encontrarse a uno mismo.. los físicos deben de ser toda una experiencia. Tengo la sensación de que hace unos meses empezó para mí una cuenta atrás que quizás me lleve a uno de ésos, largos.. a saber.
(Imagino que escuchas a Feist.."Metals" es un disco muy digno)
un abrazo!