Eso es lo que falta para que me vaya de aquí por una temporadita (corta, que nadie se me asuste). Es el mismo tiempo que te resta a ti para comenzar, de nuevo, a integrarte en el campus de manera activa. Ojalá tengas suerte, te la mereces. Y después, cuando todo pase, te quiero un día sólo para mí. Para huir de esta ciudad y explorar el mundo.
14/02/2011
3 a.m.
"[...] Una vez te dije que no me fío, por norma general, de la gente rubia o de
ojos claros, la conjunción de ambas premisas en una misma persona tampoco es
sinónimo de confianza para mí, como puedes deducir, y sin embargo tú te
llevaste por delante todo mi estalaje, ese que no hago más que colocar marea
tras marea. No me puse ningún tipo de freno, me dejé llevar con las mesas y las
sillas de esa maravillosa terraza a la que pensaba sacarle el máximo
rendimiento el próximo verano y que tú, atlántico desenfrenado, desbarajustaste
irreverentemente. A pesar de todo, contigo la paz y la calma eran melodía
constante en mis días. Eras el vuelo perfecto de aquella gaviota que, sin
saberlo, nos sobrevoló en la playa del Orzán aquella inconsciente noche en la
que tú también te bajaste del mundo conmigo. [...]"
mmmm el Orzán, la de veces que me tengo arrastrado por el camino a casa. Como añoro esos años de duros jueves universitarios con todo lo que conllevaban... jejeje
ResponderEliminar¡Ay! La universidad.. ese lugar mágico que se extrapola a las calles, bares y vicios que se adquieren o dejan en los años que se pasan allí. ¡Un gran lugar!
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