miércoles, 6 de marzo de 2013

Mortimer

No te conozco pero sé que te llamas Mortimer. Bueno, quizá no te llames realmente Mortimer pero deberías. Quizá no. Aún no lo tengo claro.
Sé que te amo, que te quiero incondicionalmente y que tú eres la cura para mi herida, puede que aún no sea lo suficientemente profunda pero ahí está, sin ti, esperando tus manos sanadoras para dejar de sangrar.
Me he equivocado unas cuantas veces ya, poniéndote nombres que no te corresponden, por eso te agradecería de corazón que tuvieras la decencia de aparecer. Sí, estoy dispuesta a salir contigo. ¡Sí! Claro que estoy dispuesta a mudarme a tu ciudad y ... sí, carajo, sí, estoy dispuesta a comprar a medias ese cartel desgastado del Padrino que tanto cuesta.
Sé que en cuanto te vea te echaré la bronca amargamente para decirte que llegas tarde, que en Dallas sale el sol y aquí ya ha hecho demasiada noche. Que de tanta pena ahora sólo quiero reír y que el último disco de Quique es un jodido bombazo. Ya, cariño, ya. Sé que opinas lo mismo. Absolute pitch.
No te busco porque sé fehacientemente que eres escurridizo como el último spaguetti de la olla. Tampoco me has dicho a qué te dedicas ni cuál es tu color favorito. Supongo que eres de los que opinan que la verdad es más difícil de creer. A mí me basta con saber que sigues vivo.

Tengo ganas de perderme por ahí. Ahora ya en serio. Irme al Taxi Man y perderme en el sabor de sus maderas. Coger ese maldito avión con destino Londres (closer baby) y dejar atrás todo esto que antes tuvo un sentido y ahora ya no tanto.

2 comentarios:

Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.