martes, 20 de marzo de 2012

Wheels

No sé por qué pero tengo la sensación de que ya he estado aquí antes.

Hoy, que la primaveral luz se cuela entre las cortinas de mi habitación, me he topado contigo, I. Tú que me volviste a dar boleto hace un mes, hoy huiste del bar a toda prisa. Tu acompañante casi se ve obligada a hacer un juego de manos para que su café no quedase en el aire y así poder seguirte; para otra vez procura no correr, que los tacones no juegan buenas pasadas y quizá tengas que curar esguinces ajenos causados por amores propios. Quizá por desamores.

No me había percatado de tu presencia hasta que rodeaste absurdamente la barra por no pasar a mi lado y hablaste con la camarera. Vi la manga de tu permanente chupa de cuero al untar la mantequilla en mis tostadas y sin hacerme falta subir la mirada supe que esos dedos alguna vez escribieron mi nombre. Supongo que por curiosidad hice el recorrido ascendente que me llevó a tu cara y...voilà. Allí estabas tú. Giré la cabeza para evitar recordar todo el daño que me hiciste y, sobre todo, para ocultar la vergüenza que me da saber que la segunda vez la culpa fue mía. Ya sabes, baby: si te fallan una vez, la culpa es del otro; si te fallan dos, el error es tuyo.
No negaré que hiciste que el pedacito de pan que tenía en la boca me supiese a hiel, sería absurdo renegar de la sangre que veo brotar de mi dedo al cortarme, sin embargo, sé que esto me ha hecho más fuerte. Y me siento orgullosa, no te puedes hacer a la idea de cuánto. Me extrañó que siendo tú el que se empeñaba en darme la explicación a toda costa hoy no enarbolases la bandera de la madurez viniendo a saludarme pero como comprenderás, no sería yo quien fuera a tu mesa a envenenarte el café con leche, que ya sabes que para mí es bebida divina y por tanto no debe ser mancillada.

S., presente durante todo el entreacto, jura y perjura que me viste; yo prefiero pensar que no y que mi invisibilidad simplemente me ha dado la ventaja de ir probando cuán fuerte es mi coraza para el día en que el choque sea frontal e inevitable, que lo habrá. 

Hoy, que la primaveral luz se cuela entre las cortinas de mi habitación, salí de casa sabiendo que iba a verte. 

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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.