D. es un hippie, pero de los de verdad. De ésos que se dejaron las greñas con 14 años porque se prometieron a sí mismos ser una especie de George Harrison de su época. Un soñador, una suerte de John Lennon (gracias a Dios sin Yoko Ono).
Termina la carrera en Junio y cree que en la vida hay que ir construyendo castillos en el cielo mientras se van poniendo ladrillos en la casa terrena. Ama la música por encima de todo y a pesar de su edad cree que en los Spandau Ballet hay un grupo infravalorado y que la nueva cantante de Nightwish no sobresale. Llora de la risa con los Monthy Python y viste como Eddie Vedder. Sonríe como un niño y canta como Enrique Bunbury. Habla por los codos y podría pasarse la vida viajando. D. es un pequeño sortilegio que envía mensajes con sonrisas cuando la esperanza aún es un feto secreto en el interior de quien los recibe. Conoce a Micah. P Hinson y creo que se me encogió el alma cuando vi que él también desconectaba con The cinematic orchestra. D. escribe y hace vídeos con canciones olvidadas para recordarse por qué merece la pena seguir soñando. D. me llama guapa y el que se pone colorado es él.
También sueña con Berlín y sus estruendos amorosos no han durado más de 3 meses. Es un ganador pero también un oso de peluche, uno de ésos que te dice: "yo es que hablo mucho y antes,muchas veces, cuando estaba con las chicas que me gustaban me ponía a hablar aún más por los nervios y ellas pensaban que no quería nada. Así que si me pasa eso contigo, por favor, recuerda esto".
Al volver de la facultad se para en un camino con árboles, se tumba en el suelo y ve atardecer. D. sonríe porque piensa que las fondues de queso son regalos divinos, las de chocolate proceden de otro mundo y si puedes compartir la vida con alguien, entonces eres feliz.
D. no quiere cumplir años ni cortarse las greñas, pero sabe que las dos son cosas que pasarán y se mentaliza para ello.
D. quiere quererme pero tiene miedo. Y yo... yo tengo tiempo.
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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.