domingo, 18 de marzo de 2012

Maybe you will remind me

Siempre he pensado que cuando el tiempo fuera haciendo que se quitaran hojas del calendario y las rupturas hubieran quedado en una parte de la memoria que diera al abismo del olvido la otra persona se acordaría de mí y dejaría de verme tan patética por haberle querido a mi modo. Tengo la certeza de que todos pasamos por lo mismo y que el que hoy llora, mañana reirá.

Sólo sé querer dejándome la piel y visto desde la perspectiva de la continua derrota es denigrante hasta puntos extremos porque salir al campo de batalla a pecho descubierto hace que todas las veces tengas heridas y, por fuerza, todas sean mortales. Sin embargo, también te otorga esa capacidad errática de conseguir que la vida para ese elegido que decidiste que amarías sea del color que él prefiera porque tú, en este caso "yo", me encargaré de que así sea: buscaré esos pasteles que te gustan y hacen sólo en la pastelería del barrio más recóndito de Barcelona para que desayunes un día en la cama, reservaré un hotel y conseguiré entradas para ese concierto del grupo que sé que terminarás adorando, planearé coger el tren-hotel que sale siempre antes que el mío para que sepamos cómo es la estación donde termina su ruta, escribiré tu nombre mil veces en la luna para que veas lo bello que es si eres capaz de mirarlo como yo....

Y así, descarnadamente vergonzosa, es la línea que rige mi comportamiento relación tras relación. Pintando de color el cielo de sus noches y dando gracias porque alguna vez ellos me enviaron una canción por Spotify, se acordaron de mi existencia con un sms o tuve la suerte de que me llegase un whatsapp de su autoría.

Pero la vida hará que el día que ellos no quieran dormir por ver dormir a la otra persona, cuando se les encoja el alma de tanto pensar por qué no les reclaman ni les recuerdan que les quieren, escuchen esa canción especial y al otro parezca darle igual... entonces se darán cuenta de que yo no era tan tonta, ni tan ilusa; de que muchas veces callé por no hacerme daño, de que la mayor parte del tiempo me obligué a pensar que me querían como yo a ellos para poder seguir esforzándome, de que la vida, cuando quieres a alguien que no te quiere, es una mierda pero ¡ay amor! sin él es aún peor.

Y todos, sin excepción alguna, volverán a acordarse de mí.

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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.