Y los dos pensaron: si me quiere... vendrá a por mí.
Leí hace poco esa frase en otro blog. No sé ni a qué ni a quién se refería pero me pareció bonita, completa, preciosa.
Los dos corriendo en la misma dirección, probablemente ella más despacio que él porque llevaría unos tacones de ésos que producen esguinces sólo con mirarlos. Vestirían ambos sonrisas de anuncio de dentífrico y seguramente las colonias escogidas casasen perfectamente.
Bellos, porque no son únicamente guapos, armonizarían de tal forma que el mundo pararía; en lo que dura su abrazo no se gasearía a gente en Siria, el animal de turno no golpearía a su mujer sin motivo, todos los niños caprichosos del mundo dejarían de exigir en pos de una razón aún por adquirir algún extraño y carísimo -por supuesto- juguete, Eddie Vedder daría con la palabra exacta para terminar su próximo himno, Frusciante compraría la Gibson más bonita del mundo y seguramente Polanski urdiera un guión que a Coppola le hubiera gustado rodar.
Nadie cuenta que del otro lado del comercial hay una chica preguntándose por qué todo salió tan mal mientras maquilla a la nueva Ava Gardner, el chico de los decorados se ha cansado de acostarse con chicas de las que ya no recuerda su nombre, un tercero habla a voces con el director pidiendo que bajen el ventilador porque la falda de la musa no entra en el encuadre (y se repite cada dos segundos que al llegar a casa ha de telefonear de nuevo a Nuria, que a ella le hubiera gustado ver esto, siempre tan niña, tan risueña). Qué decir de Quique, el bombón que Ana dejó pasar por miedo y ahora echa de menos. "Seguramente no hubiera salido bien", se obliga a rezar.
Aquí, en Piccadilly Circus, el té sabe distinto. Escribo textos echando de menos sabiendo que probablemente están de más. Pero... ¿sabes algo? A pesar de todo, de la parte negativa que no sale en las historias que triunfan, me sigue pareciendo precioso soñar con todo aquello que he podido vivir.
Suena "Hunger strike" y aunque estoy sola y me siento completamente sola, creo que por fin soy capaz de empezar a subir mi propia escalera. No quiero ir rápido, no me voy a permitir caer. Y va a salir bien.
Puedo poner los pies en los peldaños sin miedo porque sé que sabré sujetarme si es necesario.
Vamos a venirnos arriba y que nadie limite a 25 segundos y un brillo irreal nuestra historia. Vamos a escribir nuestro propio guión.
Hagamos realidad nuestros sueños.
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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.