jueves, 25 de julio de 2013

Galicia

Te voy a contar un secreto a ti, que no sé dónde estás ni quién eres.

Ayer pusiste la tele, leíste en internet o escuchaste por la radio que hubo un descarrilamiento en Galicia, concretamente en Santiago de Compostela. Sí, la ciudad ésa en la que no hacen más que llegar peregrinos y siempre llueve. Te conmovió el número de muertos y la ayuda proporcionada desinteresadamente por la gente de Angrois. Es normal. Hasta aquí tu visión.

Ahora mi secreto. Yo viajé en ese mismo tren un día antes y no sé qué decir, ni qué sentir, ni cómo expresarme.

Llegué hace 7 años a una ciudad pequeña que se resistía al cambio estoicamente como lo hacía la aldea gala en los cuentos de Astérix. Tiene ese olor a piedra mojada tan característico que a estas alturas, que ya han pasado unas cuantas lunas desde mi llegada, cuando lo percibo, siempre lo asocio a ella.
Pisé esta ciudad para quedarme con una carga importante de inocencia, ilusiones y planes de futuro. Con el paso del tiempo cambié mi equipaje por amor, desamor, cultura, conocimientos, errores, aciertos, amigos, sueños y fracasos. Acumulé sin pensar tantas cosas que a día de hoy, habiendo pasado aquí casi una tercera parte de mi vida, en secreto digo que ésta es mi segunda casa, mi segunda patria -con permiso-.

Mi familia siempre dice que acabaré aquí asentada. Para siempre. Héroes del Silencio dicen que "para siempre es mucho tiempo". No lo sé, pero sea como sea: una gran parte de mí ya estaba atada a las piedras de la zona vella (con b también) indefinidamente y ahora, con más motivo, otro pequeño porcentaje de mí, ha muerto aquí.

Fui a Madrid aleatoriamente en estas fechas. Necesitaba verle a él y a mi pequeña T. Volví para el Apóstol porque me reclamaban mis obligaciones y unos fuegos artificiales que nunca llegarán a ser. Si cierro los ojos no sé qué ver: mi suerte o su desgracia. ¿Qué me recomiendas?

Camino sola por las calles de esta ciudad y se percibe el silencio, la tristeza, la necesidad de soltar lastre.  También hay orgullo, henchido por cierto, de una solidaridad sin igual en la que todos pusimos un granito de arena. Aquéllos que fuimos a donar sangre, los profesionales de la salud que se acercaron al CHUS para ver en qué podían echar una mano -nosotros que nos ofrecimos para hacer guardias-, la gente de los alrededores que lo dio todo -material y psicológicamente hablando-....

Yo, esta vez, me libré.
Mi padre dice que nadie muere antes de tiempo, que cada uno espira cuando le toca, en el momento justo. Me gusta pensar que es así porque me da seguridad, aquélla que aporta el hecho de saber que, aún no teniendo ni idea de cuándo será, habré hecho y vivido todo lo que he tenido que pasar sin faltarme nada.
Valoro lo que tengo, lo que he ido aprendiendo a lo largo de la vida y lo que me queda por hacer porque al fin y al cabo, esta historia, todo el rollo éste de la vida, no es nada. Nos vanagloriamos todos hablando y filosofando de las cosas y pasamos por alto el quid de la cuestión: no la controlamos y puede acabarse en lo que dura el aleteo de una mariposa.

Teniendo en cuenta lo dicho, releyendo el texto y fijándome bien: creo que en realidad no era mi final porque aún me queda mucho por aprender, de haberlo tenido claro, probablemente no habría escrito este texto y tú, seguramente, no lo estarías leyendo.

Disfruta de tu próximo minuto, viaja, sonríe, ama, sé amado, aprende, olvida, recuerda y suma. Sobre todo suma, porque el hoy y el mañana son todo lo que te queda para mejorar el pasado y para eso, aún estás a tiempo.


Con cariño.


1 comentario:

  1. I, cómo estás? De lejos también se siente esta tristeza.. Me debes un café y un abrazo, no nos vayamos antes de tiempo. Pero sí, estas cosas dan que pensar.. Besines y ánimos desde la distancia

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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.