martes, 13 de agosto de 2013

Triste domingo

No te conocí mucho. Sólo eras la madre de mi novio. Nos vimos cinco o seis veces. Y bastó.
Sobró tiempo para que me acogieras como una hija, me quisieras nada más verme y me abrazases sinceramente.
Me pareciste tierna, dulce y amable; sin doctorados ni licenciaturas que avalaran toda la sabiduría que acogías en ti.
Cuando la relación con tu hijo terminó, me llamaste para saber cómo me encontraba yo. La que tenía el cáncer eras tú. Lo mío sólo era pena, tristeza y dolor, "y lo mío también", dijiste.

Te fuiste el domingo, para mí seguirás siempre alrededor, buscando libros para seguir leyendo y aprendiendo más y más.


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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.