Pues eso, que sucede que a veces me canso de explicar obviedades y de tener que pararme más de dos picosegundos en una cosa que, al menos para mí, sale de ojo. ¿Que quizá esté siendo una intransigente? Pues puede ser, pero tengo claro que los demás tampoco lo harían por mí y que, normalmente, yo les dedico a ellos bastante más tiempo del que me conceden. Cierto es que hay honrosas excepciones.
Vale, sí, lo reconozco, eso que para mí es tan normal (como saber que el disco en solitario de Chris Cornell es una auténtica bazofia) para otros puede no serlo tanto. Pero es que cada día que pasa me cuesta más encontrar a alguien con el que hablar de música (ergo de mi vida) sin llegar a la extenuación. Sin tener que explicar palabra por palabra qué siento cuando escucho "Sentado a la diestra del padre, esperando la luna de Cáncer, haciendo de la duda un arte, planteándome en serio volver a nacer" y lo peor de todo es que no sé explicarlo y entonces se repiten las mismas frases en distintos labios: eres demasiado rara, demasiado ecléptica, no tienes claro lo que quieres (¡que te crees tú eso! ja!), te pasas la vida entre acordes...
Y quizá tengan razón, y quizá suceda que a veces me canso de ser yo misma, de mantenerme erguida defendiendo mi unicidad, mi punto de vista. También sucede que soy una rata de biblioteca, una melómana empedernida y una groupie de los 70 que nació demasiado tarde...pero eso, sucede que a veces, me gusta serlo.
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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.