Eres mi único motivo para seguir aquí, en esta ciudad que me libera y me oprime a la vez. Me estimulas lo suficiente como para que me esfuerce al máximo, quiero saber tanto como tú, poder compartir contigo todas esas conversaciones que no puedo tener con nadie, quiero respirar todos los días el aire que tú respiras y quiero confesarte todas las noches que te amo.
Eres tú, indudablemente. Quiero ... Estás en cada palabra y en cada silencio, en cada gesto.
La tarde del viernes pasado fue indescriptible, nunca me había sentido tan agusto contigo, ni te había sentido tan cerca como cuando me mirabas mientras discutíamos tonterías. Observé tus ojos tristes cuando nos despedimos y te abracé, escuché tu ruidosísimo corazón que latía tan rápido y con tantísima fuerza que creí que necesitaría un pecho aún más grande que el tuyo para tener un espacio suficientemente grande para abrigarse.
Y eres y vuelve a ser, porque siempre has sido y serás tú. Todos me llaman loca cuando les digo que siempre te querré, que te esperaré el tiempo que haga falta y que algún día estoy segura de que me querrás. Nadie lo entiende, y me da igual.
Me aposté contigo un viaje a Kenia, dentro de 4 años, cuando yo cumpla 25. Ese mismo día te volveré a ver, si es que tú te acuerdas, en la Gare d´Austerlitz, en la vía 2, a las 17.
Tú elegiste el destino y la condición de que no podríamos ir con nadie, solos tú y yo. Yo concreté la fecha y el lugar de partida. Elegí París, y elegí la Gare d´Austerlitz porque es la ciudad del amor, porque no has estado nunca allí, y porque si no apareces, podré hacer realidad ese sueño en el que tú y yo caminamos por el Sacre Coeur despacito y, por la noche, nos perdemos en Montmartre... aunque no estés conmigo.
El día de mi cumpleaños dentro de 4 años podrás hacer que mi vida haya tenido sentido o que sólo sea una ilusión estúpida que un día tuve.
Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.
Trato de escribir que te amo.
Trato de decir a oscuras todo esto.
No quiero que nadie se entere,
que nadie me mire a las tres de la mañana
paseando de un lado a otro de la estancia,
loco, lleno de ti, enamorado.
Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.
Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,
lo grita mi corazón amordazado.
Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,
lo digo incansablemente,
y estoy seguro que habrá de amanecer.
Jaime Sabines
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Si todo es imperfecto en este mundo imperfecto, el amor es lo más perfecto de todo precisamente por su perfecta imperfección.