Realmente no es que hagas nada malo, simplemente haces tu vida. Me la vas contando, poquito a poquito, y yo voy muriéndome de pena por no poder formar parte de ella. Tienes una edad preciosa, una vida maravillosa, una familia estupenda y alguien que, en silencio, te quiere, yo. No soy para tí nada más que esa pequeña amiga que está ahí siempre para escucharte. Ojalá fuera algo más.
Ayer no pude contener el escuchar más tus planes y te contesté, intentando no herirme, haciéndonos ver que nos daba igual. Contigo lo conseguí, conmigo misma no, porque yo sabía que detrás de cada sí, había un no, y detrás de cada no, hay un te quiero.
Los sentimientos se agazapan en mi cabeza igual que lo hace tu orgullo, de vez en cuando sacan pecho, pero simplemente están llenos de aire.
Y, como dice Manolo García, todo ésto pasará como quien da un refresco. Y yo seguiré soñando que algún día, en una cala cercana, tú y yo nos besemos con el rumor de una ola rompiendo la hegemonía de la arena.
jueves, 23 de abril de 2009
jueves, 16 de abril de 2009
Comodín
A veces me doy vergüenza, y cada vez hay más veces de ésas, que no son más que todas aquellas en las que pienso en tí y me doy cuenta de que no eres más que una ilusión secreta que, cada vez, sin quererlo, muestro más a los que me rodean.
Eres para mí como la cajita llena de canicas que un niño esconde de sus amigos para no tener que jugárselas pero que, sin embargo, todos saben que tiene.
Te otorgué en mis sueños y en mi realidad un color azul: tranquilizador, relajante, vivo, quizá algo frío, pero siempre reconocible. El color del lugar de donde proviene la vida, el mar.
Eres el paisaje que pintaría día tras día en el lienzo de mi rutina, de mis despertares, de cada anochecer.
Quiero que seas consciente de que sin tenerte, ya me alimento y recargo con tus sonrisas, las que recuerdo de nuestro último café, aunque cada vez sean más borrosas.
Tu voz me mece cada anochecer, nunca dice nada bonito, pero te imagino contándome tus cosas y para mí éso vale más que cualquier halago que pudieras decirme. Inclúyeme en tu vida, aunque sea como comodín.
Déjame ser tu carta favorita, aquella que aunque sea por manía, siempre te da miedo jugar, no fuera a ser que la perdieras. Quiero ser tu cinco de oros, tu siete de bastos y el tres de copas. Tu mejor jugada, aunque sólo sea como amiga.
Sé que me aprecias, por éso me cuentas todas tus cosas, soy tu pequeña conciencia, la vocecita que en tu vida tiene Pepito Grillo.
Soy, como le oí decir una vez a alguien, ese amiga que todos los que ven la película apuestan como pareja ideal pero que siempre rechazas. Y aún sigo ahí.
Algún día será ese mañana que significará que habré pasado página, que todos los mensajes que ahora te estoy dejando en cada botella que lanzo te llegarán a la vez y sabrás que te quiero en silencio.
Es ridículo que lo reconozca, pero cada vez que voy a algún sitio, conozco a alguien o simplemente me quedo sola, te busco, y al no encontrarte, me voy asesinando poquito a poco, sabiendo a ciencia cierta, que todos y cada uno de los días que no te tengo cerca son opacos y, como dice Ismael Serrano: "son esos días que uno omite en su biografía".
Eres para mí como la cajita llena de canicas que un niño esconde de sus amigos para no tener que jugárselas pero que, sin embargo, todos saben que tiene.
Te otorgué en mis sueños y en mi realidad un color azul: tranquilizador, relajante, vivo, quizá algo frío, pero siempre reconocible. El color del lugar de donde proviene la vida, el mar.
Eres el paisaje que pintaría día tras día en el lienzo de mi rutina, de mis despertares, de cada anochecer.
Quiero que seas consciente de que sin tenerte, ya me alimento y recargo con tus sonrisas, las que recuerdo de nuestro último café, aunque cada vez sean más borrosas.
Tu voz me mece cada anochecer, nunca dice nada bonito, pero te imagino contándome tus cosas y para mí éso vale más que cualquier halago que pudieras decirme. Inclúyeme en tu vida, aunque sea como comodín.
Déjame ser tu carta favorita, aquella que aunque sea por manía, siempre te da miedo jugar, no fuera a ser que la perdieras. Quiero ser tu cinco de oros, tu siete de bastos y el tres de copas. Tu mejor jugada, aunque sólo sea como amiga.
Sé que me aprecias, por éso me cuentas todas tus cosas, soy tu pequeña conciencia, la vocecita que en tu vida tiene Pepito Grillo.
Soy, como le oí decir una vez a alguien, ese amiga que todos los que ven la película apuestan como pareja ideal pero que siempre rechazas. Y aún sigo ahí.
Algún día será ese mañana que significará que habré pasado página, que todos los mensajes que ahora te estoy dejando en cada botella que lanzo te llegarán a la vez y sabrás que te quiero en silencio.
Es ridículo que lo reconozca, pero cada vez que voy a algún sitio, conozco a alguien o simplemente me quedo sola, te busco, y al no encontrarte, me voy asesinando poquito a poco, sabiendo a ciencia cierta, que todos y cada uno de los días que no te tengo cerca son opacos y, como dice Ismael Serrano: "son esos días que uno omite en su biografía".
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