-Tú siempre esperas gestos, yo palabras... Vivimos en mundos distintos... y dentro de poco, más aún.
-No digas eso...
-Soy realista... El corazón me resbala por las tuberías de este cuarto... ya no hay forma de sacarlo.
-¿Te has vuelto poeta?
-No... lo escribiste tú, hace unos meses...
-Báilame el agua. Úntame de amor y de otras fragancias de tu jardín secreto... Sácame de quicio, hazme sufrir. Ponme a secar como un trapo mojado. Lléname de vida, líbrame de mi estigma. Llámame tonto. Olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora... No me arrastres, no me asustes... Vete lejos... pero no sueltes mi mano. Empecemos de nuevo. Toca mis ojos, nota la textura del calor. ¿Por cuánto te vendes? Píllate los dedos y deja que te invite a un café. Caliente claro, y sin azúcar... sin aliento...
Moza, quedamos como hablamos, mañana a las 4 en la Plaza de Galicia :)
ResponderEliminar¡Un bico!
La verdad es que me he dado por muy satisfecha con lo de ayer. Como te dije, me dediqué a lo que más me apetecía, y eso fue lo que salió.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, es un placer y un elogio tener lectores como tú.
¡Un besazo!
... Tengo un amigo que es escritor teatral, y en su, aún no estrenada, obra "Voces en el jardín", en la escena primera del tercer acto dice lo siguiente:
ResponderEliminarNORMA: Entonces la clave está en añadir un gesto a la palabra.
ENRIQUE: No. La clave está en restar una palabra al gesto.
(Maldita e incomunicada sociedad, jamás la haremos añicos).
¿Por que me haces tanto pensar??
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¿Por que me haces tanto pensar??
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Vaya, no conocía esto.. pero me lo apuntaré para pensar en ello y escribir algún día.
ResponderEliminar¿Me permites si te copio para leerte más a menudo..?