"Cuando se acabó, cuando repartimos lo de cada uno, me tocó quedarme conmigo y eso es algo que aún no he querido perdonarte, Jochi. Te creías muy listo y mírate ahora, rogándome que te conteste, que te hable de principios, de finales y de cosas en el medio".
Si supieras que nunca he estado en Londres, volverías de Tokio. María Sirvent.
sábado, 26 de febrero de 2011
viernes, 18 de febrero de 2011
Miedo en gris
Hace 4 días que la soledad se volvió a soldar a mi espalda. A veces pienso que es mejor dejarla ahí, sé que me sirve de escudo para ciertos males, pero también que con ella carezco de una serie de sensaciones que cuando estoy acompañada me hacen llegar a un lugar mucho más agradable de lo que en sí, la rutina amorosa, me puede llegar a parecer. Sea como sea, el caso es que tengo miedo.
A ratos me descubro sonriendo porque recuerdo ciertos gestos o comentarios tuyos e ipso facto la crisis de ansiedad vuelve: taquicardia, sudores, hiperactividad cosida a una apabullante necesidad de calma... Y vuelvo a tener miedo, más que nada, porque esta vez, en sólo un mes, estoy sintiendo algo que antes consiguieron nueve; y no sé si es que estoy más sensible o es que tú has significado más en mi vida, pero el hecho es que es así.
Supongo que tu silencio no ayuda a que haya un carpetazo sonoro que ponga fin a esta historia, pero tengo que darlo porque sino, de seguir así, va a poder conmigo y eso sí que no me lo puedo permitir bajo ninguna circunstancia.
Los hechos inconclusos me desconciertan porque, vivido lo vivido, acaban volviendo a resurgir y no se puede estar seguro de que aquel último adiós fue eso, el punto final. Contigo no ha habido una discusión previa que me haya hecho prever esta circunstancia, más bien fue todo lo contrario, tus últimas palabras hacia mí fueron de amor, cosa que aún me deja más patas arriba. Pero, como ya escribí una vez: te despediste a la francesa con la gracia flamenca de un buen silencio. Y olé.
Te has ido cuando más soplaba el huracán, cuando llegó el mal tiempo, cuando las cosas volvían a la normalidad, quizá por ello creí leer un cartelito que ponía: "Welcome al infierno".
A ratos me descubro sonriendo porque recuerdo ciertos gestos o comentarios tuyos e ipso facto la crisis de ansiedad vuelve: taquicardia, sudores, hiperactividad cosida a una apabullante necesidad de calma... Y vuelvo a tener miedo, más que nada, porque esta vez, en sólo un mes, estoy sintiendo algo que antes consiguieron nueve; y no sé si es que estoy más sensible o es que tú has significado más en mi vida, pero el hecho es que es así.
Supongo que tu silencio no ayuda a que haya un carpetazo sonoro que ponga fin a esta historia, pero tengo que darlo porque sino, de seguir así, va a poder conmigo y eso sí que no me lo puedo permitir bajo ninguna circunstancia.
Los hechos inconclusos me desconciertan porque, vivido lo vivido, acaban volviendo a resurgir y no se puede estar seguro de que aquel último adiós fue eso, el punto final. Contigo no ha habido una discusión previa que me haya hecho prever esta circunstancia, más bien fue todo lo contrario, tus últimas palabras hacia mí fueron de amor, cosa que aún me deja más patas arriba. Pero, como ya escribí una vez: te despediste a la francesa con la gracia flamenca de un buen silencio. Y olé.
Te has ido cuando más soplaba el huracán, cuando llegó el mal tiempo, cuando las cosas volvían a la normalidad, quizá por ello creí leer un cartelito que ponía: "Welcome al infierno".
lunes, 14 de febrero de 2011
¿Quién te quiere a ti?
Cada tarde, cuando iba a tu casa perdiéndome clases en la facultad o donde hiciera falta sólo para poder estar contigo, me hacías esa pregunta y yo siempre te respondía lo mismo: "no lo sé". A lo que tú aducías un: "yo, ¿quién si no?". Hoy, 14 de Febrero, día del amor comercial, me planteo esa misma pregunta: "¿quién me quiere a mí?" y la verdad es que la respuesta sigue siendo la misma. No entiendo por qué el viernes me enviaste un mensaje de esos cursis en plan sueño-con-tu-boca, para después pasarte 3 días sin dar señales de vida.. y los que me quedan, supongo. Va a pasar lo de siempre porque, como ves, al cabo de un mes, todo se torna negro y apostaría una mano a que regresaré a la soledad en breves, aunque creo que he regresado ya.
Tengo fe en ti, de veras que sí. QUIERO que lo hagas bien y en vez de reñirte y apabullarte con la mala leche que me caracteriza, respiro, cuento hasta infinito y con toda la dulzura del mundo te digo qué cosas no me gustan y por qué, tú callas, no dices nada y por lo bajini me juras que este fin de semana vendrás a verme, me hago la tonta y te pregunto un estudiadamente descuidado: "¿qué has dicho?" y tú vuelves a decir lo mismo: "nada nada".
Te pido hechos, no palabras. Prefiero que me vengas a ver a recibir 100 mensajes en los que me jures amor eterno, el cual, afianzando mi creencia, no dura más de 1 mes, al menos para mí.
Supongo que me he vuelto a equivocar y que el karma me está devolviendo todas y cada una de las malas acciones que he hecho, así que... me lo merezco.
Tengo fe en ti, de veras que sí. QUIERO que lo hagas bien y en vez de reñirte y apabullarte con la mala leche que me caracteriza, respiro, cuento hasta infinito y con toda la dulzura del mundo te digo qué cosas no me gustan y por qué, tú callas, no dices nada y por lo bajini me juras que este fin de semana vendrás a verme, me hago la tonta y te pregunto un estudiadamente descuidado: "¿qué has dicho?" y tú vuelves a decir lo mismo: "nada nada".
Te pido hechos, no palabras. Prefiero que me vengas a ver a recibir 100 mensajes en los que me jures amor eterno, el cual, afianzando mi creencia, no dura más de 1 mes, al menos para mí.
Supongo que me he vuelto a equivocar y que el karma me está devolviendo todas y cada una de las malas acciones que he hecho, así que... me lo merezco.
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